La guerra de los símbolos
Crisis diplomática entre Brasil e Israel. Lula surfea su rol como líder del Sur Global en un mundo que mira para el Norte.
Saludar. Aquí Biole Weber. Hoy les traigo algunas reflexiones sobre el rol del mandatario de Brasil, como líder global, en el marco de la crisis diplomática con Israel. Hablamos de geopolítica, de la guerra y de las narrativas que tejen y destejen las lógicas que propone este mundo convulsionado.
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Brasil e Israel: Crisis diplomática
Todo comenzó luego de las declaraciones de Lula de Silva en una cumbre de la Unión Africana en Etiopía, donde sostuvo que lo que está pasando en Gaza con el pueblo palestino solo ocurrió previamente en la historia cuando Hitler decidió matar a los judíos. Lula agregó que la guerra no es entre soldados sino que es “una guerra entre un ejército muy preparado y mujeres y niños”.
Además, en el marco de la cumbre, Brasil acompañó la denuncia por genocidio contra el pueblo palestino presentada por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia de la ONU.
Como era de esperarse, el gobierno de Israel se escandalizó inmediatamente y declaró a Lula persona no grata en Israel hasta que se retracte y pida disculpas. Incluso el canciller Israel Katz, condenó los dichos del presidente brasilero en una declaración pública desde el Museo del Holocausto, en Jerusalén, y sostuvo que lo de Lula fue un ataque antisemita.
Sin embargo, el mandatario brasilero dijo que no se retractaría ni pediría disculpas y llamó a consultas al embajador israelí en Brasilia para que de explicaciones.
Además, aumentó su contribución a la Agencia de Naciones Unidas para la Reconstrucción y el Socorro para los Refugiados de Palestina (UNRWA). Una medida simbólica, que busca mostrar confianza en el fondo humanitario, después de las acusaciones de Israel que sugerían que varios agentes del UNRWA estuvieron involucrados en los ataques de Hamás contra Israel el pasado 7 de octubre. Acusaciones que ocasionaron la retirada de 16 países aportantes del fondo, lo que generó la pérdida de más del 50% de su financiamiento. Entre ellos estaban Estados Unidos, Francia, Alemania y Japón, 4 de los 7 donantes más significativos. Hablamos del actor principal (y uno de los únicos) que logra trasladar ayuda humanitaria, infraestructura e insumos básicos a la Franja de Gaza.
A Israel nunca le gustó la mera existencia del UNRWA porque es un organismo que considera que las víctimas palestinas en Gaza son refugiados. Históricamente, el gobierno de Israel sostuvo que esta agencia de Naciones Unidas promovía "antisemitismo, odio, intolerancia y falta de neutralidad". Una vez más, Israel deslegitima el elemento territorial de la guerra como si solo existiera el simbólico/religioso. No pueden ser refugiados porque entonces significaría que fueron desplazados de su tierra.
Cabe la aclaración de que no considero que las misiones de ayuda humanitaria extranjeras sean 100% buenas y santas, porque la historia nos comprobó lo contrario. Especialmente cuando son misiones impulsadas por actores de poder en lugares sin poder. Pero parece osado decir que esencialmente promueven la intolerancia así como parece obstinada la negación del desplazamiento de los palestinos que son acorralados desde el comienzo de la disputa con Israel, en condiciones de vida -y muerte- inhumanas.
Pedido de juicio político
Volvamos a Brasil un momento. Los que enseguida se sumaron al escandalo por los dichos de Lula con reacciones horrorizadas fueron los bolsonaristas y opositores. Incluso un grupo de 108 legisladores firmaron un pedido de juicio político contra el presidente: La jugada favorita de cualquiera sea la oposición de turno en Brasil. Se trató en su mayoría de congresistas del Partido Liberal, pero con 27 firmantes de partidos que formar parte de la coalición de gobierno. Sobre las posibilidades concretas de llevar adelante este proceso, es casi imposible que prospere por la falta de mayoría opositora en las cámaras legislativas.
Esta movida impulsada por el bolsonarismo, que se despliega en el contexto de la marcha en apoyo a Jair Mesías Bolsonaro por los procesos judiciales que enfrenta, no es casualidad. Durante su mandato, Netanyahu fue un aliado fundamental del gobierno de Jair Boslonaro, como líder de extrema derecha. También en línea con la alianza con Donald Trump en Estados Unidos.
Un adelanto exclusivo: Estamos trabajando en un crossover de newsletters con el querido Santi Martinez Cartier -autor de Picnic Sideral-, para hablar a fondo de Bolsonaro, con sus causas y conspiraciones. Estense atentis.
En su aparición pública durante la marcha, que fue multitudinaria, Jair sostuvo una bandera de Israel. Muchos de sus seguidores llevaron banderas de este país a la concentración en apoyo al gobierno de Netanyahu.
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Detrás de las declaraciones polémicas
Vamos con algunas consideraciones geopolíticas antes de volver a la guerra. Aún con las críticas de la oposición y un bolsonarismo muy presente en la sociedad brasilera, actualmente Lula de Silva goza de gran popularidad en su tercer mandato. Con una economía que se recupera, Lula apuesta más y más por su rol en el multilateralismo del sistema global. Y lo hace desde su lugar central en el bloque BRICS.
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En las últimas semanas, Lula participó de la Cumbre de la Unión Africana en Etiopía, pero también del evento de cierre de la cumbre de la CARICOM, la Comunidad del Caribe. Además, hosteó la cumbre de Ministros de Economía del G-20, a la que invitó a participar a la Unión Africana por primera vez. Allí estuvieron los ministros de relaciones exteriores de Rusia y Estados Unidos, Serguéi Lavrov y Antony Blinken, respectivamente.
Lula apuesta por su rol como líder mundial y busca hacer políticas desde el Sur Global, para el Sur Global. En todas estas cumbres, instó por el fin de las guerras que hoy azotan al mundo: desde Palestina hasta Ucrania. Con un perfil pacifista, Da Silva apuesta por soluciones diplomáticas y se jacta de no tener conflictos con otros Estados a nivel global. Algo que es cierto, sin contar el traspié diplomático con Tel Aviv, que en seguida retomamos.
Para hacer honor a esa identidad, su canciller Mauro Vieira retomó el clásico argumento lulista de que no puede ser que el gasto en ayuda humanitaria y acción climática del mundo entero sean equivalentes a un 8% del gasto militar a nivel global. Y propuso ampliar y usar la receta Brasil para resolver las diferencias entre países: más diálogo y promoción de la confianza, y menos uso de la fuerza militar, intimidación, sanciones o espionaje.
En el marco de este encuentro, Lula se reunió de manera bilateral con Antony Blinken. Durante el meeting, Blinken y Lula no estuvieron de de acuerdo sobre las declaraciones sobre Gaza ni la categorización de genocidio por parte de Brasil, pero establecieron que la salida es la creación de dos Estados y convinieron en la continuidad del trabajo conjunto en las relaciones bilaterales y multilaterales.
Blinken sabe que aún cuando para Estados Unidos no es una opción abandonar el apoyo incondicional a Israel, la guerra debe terminar porque está costando demasiado cara. En todos los niveles, aunque por supuesto el que más les preocupa es el económico.
Por lo tanto, Estados Unidos también necesita que de una forma u otra se destrabe este conflicto, que no pueden dejar de financiar. Qué irónico ¿No?
Sin embargo, Estados Unidos quiere que afloje el conflicto (y el gasto militar) sin tocar las relaciones de poder. Es decir, que el conflicto se estabilice sin desafiar demasiado la supremacía de Israel en la región. Podríamos pensar la guerra en Ucrania, que acaba de cumplir dos años, con la misma lógica. Estados Unidos quiere que se termine, se nota que no quieren poner más plata ahí. Pero quieren que se termine sin desbalancear el poder de la OTAN en la región.
Mientras tanto, Lula plantea discutir salidas a estos conflictos que sí alteren -y en lo posible desarmen- las relaciones de poder, porque entiende que son esas asimetrías las que iniciaron los conflictos en primer lugar. Lula plantea un multilateralismo que tome en serio las propuestas del Sur Global. No solo que les de voz en las pretenciosas cumbres internacionales, sino que se escuchen sus pedidos y necesidades en tanto esa escucha tenga por objetivo la puesta en práctica de soluciones efectivas, a fondo. Estados Unidos jamás acompañaría esta lógica, pues se alimenta de esas relaciones de poder asimétricas que cristalizan su hegemonía en el multilateralismo. Pero tampoco puede ignorar el rol de Brasil, ni mucho menos de los BRICS, que con un poder en asenso dibujan una ruta alternativa de gobernanza. Que por supuesto no está libre de contradicciones, ni de imperialismo. Pero que parte la premisa de aumentar la agencia de los países que nunca accedieron a participar de la toma de decisión en la política a nivel global. ¿Qué tienen ellos para aportar?
Mientras tanto, la guerra sigue
Al día de la fecha, Hamás reporta al menos 29.000 muertos palestinos, en su mayoría civiles y niños. Mientras que el número de muertos israelíes se mantuvo en 1200. Brevemente, les cuento que en estos días se negocia un nuevo cese al fuego en Gaza. Biden sostuvo que Israel presentó un acuerdo a Hamás que propone una pausa de 40 días a las hostilidades y el intercambio de rehenes israelíes por prisioneros palestinos —siempre y cuando no sean varones en edad de pelear-. La propuesta se plantea en el marco del Ramadán, una fecha religiosa islámica que implica ayuno, oración, reflexión y comunidad.
Por supuesto que la propuesta está lejos del pedido de Hamás de un cese al fuego permanente para frenar la guerra, algo que no está en los planes del gobierno de Israel: El Ministro de Defensa, Yoav Gallant, sostuvo que incluso si el acuerdo del cese al fuego temporal se lleva adelante, retomarán las hostilidades hasta eliminar a Hamás y recuperar a todos los rehenes. Siempre cabe la pregunta de cómo se mide la eliminación y cuales son los efectos, costos y consecuencias, de esta narrativa.
Con narrativa me refiero al imaginario, fundamental para justificar el accionar israelí, que plantea la guerra como una disputa religiosa, étnica, moral. Nosotros vs ellos. Pero el reclamo palestino histórico no es religioso ni étnico, ni moral. El reclamo palestino histórico es territorial. Los palestinos son acorralados año tras año. No hay para ellos lugar ni para salir.
A partir de ello, me pregunto qué otras claves de análisis podemos retomar para entender mejor este conflicto y pensar soluciones más allá del horror y el escándalo. Creo que entender el rol del factor simbólico/religioso es fundamental, en tanto lo problematicemos. Israel plantea una guerra religiosa y moral mientras que descarta cualquier otro tipo de reclamos o lógicas para abordar el tema. Cualquiera que critique su ofensiva, será antisemita. Entonces, queda poco espacio para la reflexión crítica respecto al tema. Y a las miles y miles de muertes que implica. No sugiero que no exista en este conflicto un factor religioso. Sin embargo, ¿Es el único que juega, cómo propone Israel?
La propagación del imaginario palestino como barbárico ante los ojos de los actores occidentales dibuja una identidad palestina irracional, violenta, codiciosa. Incapaz de tener otros objetivos. Y cuesta creer que Israel no hace un uso instrumental del término antisemita, en tanto funciona como una suerte de comodín para no dar otras discusiones de fondo. Allí se desdibujan los límites de los elementos que caracterizan la guerra y los que la originaron. Lo que alguna vez fue una disputa por un pedazo de tierra, hoy es una disputa étnica que, en los términos en los que propone Israel, implica la búsqueda los islamistas palestinos, de eliminar a los judíos. Ya no hablan de Hamás, sino de todos los palestinos.
¿Cuándo se comprueba si ese es efectivamente el reclamo del pueblo palestino? ¿Cuál es el rol que cumple la religión concretamente en los objetivos e intereses de los actores? ¿Cómo juegan las asimetrías de poder? ¿Cómo se mide la eliminación de Hamás? Son algunas de las preguntas que aparecen.
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