¿Nayib Bukele es El Salvador?
A un año de la creación de la mega cárcel Tecoluca: Un Estado de excepción efectivo a corto plazo como única propuesta de gobierno, aun en plena crisis económica.
Saludar. Aquí Biole Weber. A un año de la fundación de la cárcel de máxima seguridad “Tecoluca” -la más grande de América- con capacidad para 40.000 reclusos, revisamos en qué anda El Salvador. Este mes, el presidente Nayib Bukele, que se hizo de una considerable fama internacional, fue reelecto en su cargo luego de unos comicios que capturaron un entusiasmo profundo en la población salvadoreña. Sin embargo, la deuda pública crece a un ritmo llamativo y la crisis económica se profundiza ¿Cómo hace Bukele para mantener intacta su popularidad?
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Nayib Bukele jugó un +4
Al caer la noche del pasado 4 de febrero, Nayib Bukele dio su discurso triunfal ante una plaza llena y eufórica. Si bien entonces todavía no estaban confirmados los resultados de la elección presidencial, los datos oficiales confirmarían la victoria exorbitante de Bukele, que se hizo de casi 85% de los votos, con una diferencia de 80% respecto al segundo puesto. Incluso cuando tuvo que forzar algunas reglas constitucionales para presentarse nuevamente en un país donde la reelección no está permitida. Su partido, Nuevas Ideas, obtuvo 58 de los 60 escaños del Congreso. Sin embargo, la participación no fue tan alta: solo votó el 52% de la población.
“[…] más sería la primera vez que en un país existe un partido único en un sistema plenamente democrático”
Con una oposición “pulverizada” y una reelección que fuerza la Constitución nacional, ¿es verdaderamente una democracia plena?
No hay plata
Bajo el gobierno de Nayib Bukele, El Salvador profundizó su crisis económica. Hay pruebas claras de esto y la primera -que a los argentinos nos suena más familiar que mate con churros en la playa-, es el problema de la deuda pública. Bukele prometió repetidas veces taclear este problema, que es preexistente a su llegada al poder. Sin embargo, durante su primer mandato, El Salvador registró una aceleración de la toma de deuda destacable y alcanzó el récord de los últimos 30 años, al llegar a 25 billones de dólares en deuda pública. Sin embargo, con medidas de liberalización, el gobierno de Bukele logró revertir parte de esa situación. Pero los números arrojan que aún es un problema central: el último dato disponible es de 2022 y registra una deuda de $28,615 millones de dólares, que representa más del 83% del PBI del país. Les dejo un gráfico sobre el crecimiento de la deuda de Divergentes: un medio centroamericano independiente que les recomiendo seguir.
Para lidiar con los pagos, Nayib Bukele liberalizó el sistema de jubilaciones mediante la reforma de pensiones y metió mano en los ahorros del pueblo. Actualmente Bukele intenta negociar un nuevo préstamo con el FMI mientras que gracias a su mayoría parlamentaria, amplía el techo de deuda hasta 338,600 millones de dólares para cubrir el déficit del presupuesto nacional. O sea, con jubilaciones y ahorros pareciera que para mucho no alcanzó. Y atención a ese número de techo de deuda que no es coca, papi.
Una vez más, la liberalización de la economía solo brinda un pequeño alivio a corto plazo para la crisis, mientras que las carencias de la población persisten y se profundizan, allí donde el Estado retrocede.
Reuters reporta que la economía de El Salvador registra el crecimiento más lento de América Latina. Desde el 2019, se duplicó la extrema pobreza, que alcanza casi a la mitad de los salvadoreños, debido al aumento del costo de la canasta básica. Una población muy expuesta a la inseguridad alimentaria, que enfrenta un nivel cada vez más alto de deserción escolar. Mientras que la informalidad laboral y la falta de oportunidades se profundizan. Todos problemas que empujan a la población a la migración por la posibilidad de encontrar una mejor vida en otro lado.
Otro símbolo de la crisis económica es el saldo negativo de la Inversión Extranjera Directa (IED). La famosa “lluvia de inversiones” que todos prometen pero rara vez llega. Me refiero a aquellas inversiones que grandes empresas extranjeras realizan en un país para desarrollar un negocio allí, que traería potencialmente actividad económica y pago de impuestos. Sin embargo, en El Salvador nunca llegó. Ni siquiera con la liberalización de la economía y la política de legalización de bitcoin que con sus transacciones anónimas y su desrregulación buscaba tentar a los grandes jugadores del mundo financiero. Aún con las condiciones más favorables para los empresarios -y por consecuencia, menos favorables para el Estado- las inversiones no llegaron.
El fracaso del Bitcoin
Una de las grandes banderas de Bukele, que prometía la modernización del país, fue la política de Bitcoin. Concretamente legalizó su uso como moneda en transacciones de todo tipo en el país. Esta medida sería fundamental para la lluvia de inversiones de la que hablábamos recién y atrajo algunas inversiones. Pero más que una lluvia fue una garúa. De unos pocos minutos. Hablamos de algunos criptobros y empresarios curiosos que trajeron consigo la gentrificación de zonas costeras y no hicieron apuestas tan jugadas en la economía nacional, excepto quizás en algunos mega proyectos inmobiliarios. Ellos y algunos turistas, son quizás los únicos que a veces, utilizan el bitcoin para pagos y transacciones. Los salvadoreños no lo usan ni lo conceptualizan como algo cotidiano ni cómodo. Una herramienta al servicio del capital internacional, que ni el capital internacional quiere. Si hasta el FMI instó a Bukele volver a la ilegalidad esta forma de pago. Para más información sobre el tema, te recomiendo que escuches este podcast de Mantel.
Entonces, si la crisis económica se profundiza y las proyecciones de crecimiento se reducen: ¿Cómo hace Bukele para mantener su popularidad?
Para un 2024 con toda
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Habitar el barrio
Volvemos a donde empezamos: a un año de la creación de la mega cárcel “Tecoluca”, la política de seguridad es el principal logro de la gestión de Bukele. Y no es casualidad.
Aun considerando las pertinentes críticas por las violaciones a los derechos humanos bajo el Estado de Excepción de El Salvador, nadie puede negar que el control de las maras en el territorio es un problema real que caracerizó históricamente a este país. La estrategia de Bukele, que encarcela gente a lo bruto con o sin justificación real para su detención es imperfecta, pero efectiva.
Los relatos de los salvadoreños que defienden al presidente a muerte se basan en este cambio. Un cambio que no debemos subestimar bajo ningún punto de vista: el pueblo pudo rehabitar sus barrios y calles, dejar de temer una violencia cotidiana brutal y de pagar extorsiones para la protección de sus negocios y locales. Esta diferencia en la vida cotidiana para la población de El Salvador es clave, porque taclea uno de los (sino el más) grandes problemas del país. El Salvador recupera el control del territorio. Y los salvadoreños recuperan el mango que tenían que pagar de “protección” a las maras.
Las críticas de la prensa internacional y las organizaciones protectoras de derechos humanos son descartadas con acusaciones de imperialismo: Bukele sostiene que no respetan la voluntad popular que elige su gobierno y apoya el régimen de excepción. Sin embargo, ¿Cómo sigue esta política?
El régimen de “excepción”
En su discurso el día de los comicios, Bukele destacó orgulloso que el Estado de excepción fue renovado con el consenso legislativo 24 veces. Sin embargo, es inevitable preguntarse ¿Y cómo sigue? Porque un régimen de excepción no es sino porque su nombre lo indica: de excepción. No puede mantenerse en el largo plazo porque implica la suspensión de las garantías constitucionales a los derechos humanos de la población.
Nayib argumenta que no violan los derechos humanos, sino que priorizan los de los salvadoreños honrados. Una jugada muy inteligente que dibuja una línea clara entre la identidad (los salvadoreños honrados) y la otredad (los delincuentes, con o sin causa). Una línea que habilita y legitima a la policía a realizar detenciones arbitrarias que están influidas por prácticas racistas y clasistas: Los pibes son detenidos por portación de rostro. Más de 74.000 personas detenidas con esta lógica por presuntos pandilleros. Lo que no quiere decir que muchos, quizás la mayoría de ellos, lo sean. Sino que no hay un proceso judicial legítimo que habilite su detención y la suspensión de sus derechos humanos. Y tampoco parece haber un esfuerzo real por realizar este proceso legal en el corto o mediano plazo para estás 74.000 personas. Bukele promete que los que llegaran a Tecoluca jamás volverían a ver el sol. ¿Y qué pasa con los que no debían estar allí en primer lugar?
En las cárceles son expuestos a altos niveles de violencia y destrato: en septiembre del 2023 el gobierno reconoció que 400 personas fallecieron bajo custodia policial: es decir, al menos 1 muerto cada 4 días. Hagan su cuenta para actualizar el número. Escalofriante. El gobierno sostiene que todas estas personas murieron por enfermedades que tenían antes de ser detenidas, pero un informe de la ONG Socorro Jurídico Humanitario registra que al menos el 40% de estos fallecimientos fueron homicidios por negligencias médicas. Mientras tanto, el gobierno se da el lujo de decir públicamente que los presos reciben mejor atención médica en la cárcel que en libertad.
Los presuntos pandilleros están en celdas de 100 metros cuadrados, donde entre 60 y 75 presos conviven con dos inodoros, dos piletas de agua corriente y dos recipientes de agua para tomar. O sea partimos de unas condiciones sanitarias muy complicadas. Además, las denuncias de oenegés sostienen que la comida no es suficiente y que no les proveen medicamentos que algunos de los presos necesitan para tratar enfermedades terminales. Las visitas de familiares no están permitidas y dentro de las cárceles hay salas de castigos y salas para audiencias judiciales. El objetivo es que los presos no salgan del predio bajo ningún punto de vista: la aislación absoluta de la sociedad.
Un escenario como mínimo inquietante. Pero sobre todo, sin planificación a mediano y largo plazo. Esta política de seguridad, que implica un gasto público monumental, no puede mantenerse indefinidamente. Menos si los arrestos siguen creciendo como lo hicieron hasta ahora. Sin planificación, sin medidas de reinserción ni propuestas sobre como continuar la gestión de este problema. Flota la posibilidad de que el desborde de las cárceles supere las medidas que el gobierno pueda tomar. ¿Y entonces cómo se garantiza la calle para los salvadoreños? Mientras tanto, el pueblo se sigue empobreciendo y la situación económica solo empeora. Pero su popularidad sigue intacta.
It’s not about the money, money, money.
La clave para la popularidad de Bukele es su discurso. Y lo sabe muy bien: antes de sumergirse en la política fue empresario de marketing y publicidad. Revisemos algunos elementos de su discurso que cautivan a la gente. Claro que el blindaje mediático proporciona un terreno fértil para su rápida propagación.
El éxito inmediato de la política de seguridad es la primera y principal herramienta para Bukele. Y claro, si es casi lo único que le salió bien. Todas las críticas extranjeras son acusadas de imperialistas: una nueva estrategia…. clásica: un gobierno conservador y de derecha que utiliza recetas que tienen más años que el costurero de la abuela, publicitado con un lenguaje que da aires de revolucionarias a ideas conservadoras. Pero también utiliza el lenguaje del antiimperialismo:
"El Salvador quiere que todos vengan a visitarnos. El Salvador abre las puertas de par en par para los ciudadanos de todos los países del mundo. Queremos que vengan, que nos visiten, que nos conozcan. Queremos ser sus amigos, sus aliados, sus socios. Lo que no vamos a ser es sus lacayos"
Suena lindo ¿no? Sin embargo, las negociaciones con el FMI, la priorización de los intereses del capital internacional (aún cuando no fue muy exitosa) y la mimetización con Estados Unidos, más bien devuelven una identidad bukelista que no reivindica un Salvador antimperialista, sino obediente de las órdenes económicas del Norte Global. Quizás no políticas, pues queda claro que lo de Bukele se aleja cada vez más de una democracia liberal. Pero cultural y económicamente buscan lo que el norte siempre quiso para el sur: economía desregularizada, reducción de la política social, mimetización cultural. La plaza llena cantaba a Bukele “Si se pudo”. ¿Se acuerdan cuándo empezó ese canto? Sí, con la campaña de Donald Trump en 2016. Juan Elman ilustra el fenómeno al que me refiero cuando describe “música electrónica y canciones con gusto a Miami” en la plaza el 4 de febrero, en su crónica para Cenital que hizo desde El Salvador y les recomiendo encarecidamente que lean.
Con orgullo y un tono burlón, Bukele destaca que su gobierno atrajo una atención sin precedentes a un país chiquito del Caribe, sin grandes recursos naturales ni riqueza. Es verdad: atrajo una atención impensada para este país hace 5 años. Sin embargo, no es casualidad, porque las crisis política y de representatividad que atraviesa de manera tajante este momento histórico de América Latina, ponen sobre la mesa que no podemos ignorar un fenómeno que devuelve a un pueblo la esperanza en la política. Y lo hace de una manera mística. Bukele agradece a dios y se consagra como profeta. Incluso sugiere que quienes quieren la separación de la iglesia y el Estado buscan imponer el ateísmo. Desdibuja la diferencia entre un Estado ateo y un pueblo ateo y sugiere que quienes quieren un Estado ateo en realidad tienen miedo de que la gente vuelva a creer en dios. Nuevamente aparece la identidad en contraposición a la otredad: el salvadoreño cristiano honrado versus el extranjero ateo imperialista.
Estos aires de profeta, que también busca capturar en la Argentina Javier Milei, le permiten reinsertarse en el cargo forzando la Constitución, casi sin hacer campaña y -atención con esto- sin plan de gobierno. Nayib Bukele ganó la nueva ronda presidencial sin propuestas de gobierno.
"Y gracias a este pueblo noble y unido es como El Salvador pasó de ser el más inseguro el más seguro. Ahora en estos próximos 5 años esperen a ver lo que vamos a hacer porque seguiremos haciendo lo imposible y seguiremos demostrándole al mundo el ejemplo"
¿Cómo va a dar el ejemplo? ¿Con cuáles políticas? ¿Hay medidas económicas? ¿Hay propuestas en seguridad más allá de un estado de excepción que ya podríamos llamar estado de permanencia? ¿Cómo se taclea la inseguridad alimentaria, laboral, económica?
El blindaje mediático le permite esquivar responder estas preguntas. Aún cuando la prensa independiente publicó notas de investigación clave durante el último tramo de la campaña. Notas que implicaban la traición de sus principios y su discurso como la negociación con las maras para encarcelar a un líder pandillero justo justo en la previa de los comicios o la corrupción que benefició a sus familiares en temas de vivienda durante la pandemia. Nayib Bukele no necesita defenderse de estas acusaciones, simplemente no llegan a los oídos de los salvadoreños. Y los que si se enteran, deslegitiman cualquier crítica adjudicándola a un plan imperialista extranjero de fake news. La estrategia de marketing es impecable.
A modo de cierre
La ilusión de un proyecto político antiimperialista, cautiva al pueblo bukelista que realmente se emociona ante la renovación del líder en su cargo. La pregunta que no puedo abandonar es cómo es posible que su popularidad se mantenga aún cuando la desigualdad y la crisis económica empeoran con sus políticas. Y creo que hay algunas respuestas cuando conceptualizamos que la política de seguridad permitió al pueblo retomar la vida normal en sus barrios, pero también el mango que pagaban de protección/extorsión a las maras. El cese de este pago maquilla el impacto negativo de una economía cada vez más endeudada, cada vez más pobre, cada vez mas hostil con los que menos tienen. Y ni hablar de los que están encarcelados.
¿Cuánto puede durar el apoyo a un gobierno que no realiza propuestas con una economía en crisis? ¿Cuánto puede durar el apoyo popular a un gobierno que no propone continuidad para sus políticas? ¿Cuánto puede durar el efecto místico del gobierno de Bukele? Las narrativas de liberación y antiimperialismo para devolver la esperanza a un pueblo ¿Tienen límites?
Solo el tiempo nos dirá. Los leo en comentarios.
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Qué bueno estar de vuelta.
biole.
thxx
Otro más utilizando la estructura del Estado para hacerse del poder. En estos tiempos pareciera que gobiernan patoteros vociferando patriotismo vacío , mientras se ponen la careta de grandes demócratas y justicieros para " los hombres de bien" y rematan el país al mejor postor, dejando a la población en la misma o peor desidia.
Entiendo la gravedad y complejidad de las maras en el Salvador, y que necesitaban políticas duras. Pero Bukele es... el patotero con la más grande, pareciera. O buscaría formas concretas, reales desde la justicia social para todo el pueblo. Pienso... esa megacarcel, esa mega represión (fácil de caer en manejos mafiosos...) ...hasta dónde no es una bomba de tiempo? Imagino la indignación y dolor de la gente injustamente encerrada ahí, y la de sus familiares... Con palos y miedo no se saca un pueblo adelante. Sólo lo alimentás de resentimiento.
Gracias gurisa por tus informes!
Abrazo a lxs hermanxs de El Salvador!