Primero definamos Golpe
¿Jair Bolsonaro a la cárcel? Repasamos sus recorridos judiciales y simbólicos con la participación de Santi Martínez Cartier: Mate Mundi ft. Picnic sideral
Saludar. Aquí Biole Weber. Hoy vamos a hablar de Bolsonaro y sus intentos golpistas. Esta es una edición especial de Mate Mundi: contamos con la participación del queridísimo Santi Martínez Cartier, escritor, autor del flamante newsletter Picnic sideral y de su podcast correspondiente. Santi nos va a ayudar a entender la dimensión espiritual y conspiranoide de Jair Bolsonaro, a través de la guía de Olavo de Carvalho. Un aspecto fundamental para desenredar las características de la ultra derecha a escala global.
Creería que Bolsonaro no necesita demasiada introducción. Si son seguidorxs de Mate Mundi -o de la política latinoamericana en general- lo conocen y conocen sus políticas de hambre y deforestación, su ideología neofascista. En este newsletter hemos charlado de él hasta el cansancio así que en esta oportunidad vamos a centrarnos directamente en el proceso judicial. Pero también en los factores simbólicos que posibilitan que aún siendo tan abiertamente hostil a la democracia, mantenga un nivel relativamente alto de popularidad entre los brasileños. Vamos.
¿Jair? Pésimo perdedor
Como muchos líderes de la extrema derecha global, Bolsonaro contaba -y cuenta- con la convicción de que es impune. Al igual que Donald Trump, Jair Mesías enfrenta múltiples causas judiciales que lo responsabilizan por los desastres y desprolijidades de su gestión. Hoy nos vamos a enfocar en una de esas causas, en mi opinión la más importante: la que lo acusa de intentar hacer un golpe de Estado para evitar su derrota electoral y la posterior asunción de Lula da Silva en su cargo. Una causa que está más picante que nunca.
Esta semana se difundió un informe elaborado por la Policía federal de Brasil que linkea a Fernando Cerimedo, consultor del presidente argentino Javier Milei, con el plan golpista de Bolsonaro.
A partir de la información reclutada en los celulares de los impugnados, la Policía sostiene que Cerimedo habría sido uno de los núcleos de una organización que se dedicó a la difusión de noticias falsas. Una organización catalogada como “milicia digital”. Su objetivo era legitimar un potencial golpe de Estado e incentivar denuncias de fraude. Las noticias falsas difundidas por el grupo eran enviadas a influencers y medios de comunicación y fueron utilizadas por aliados y seguidores de Jair Mesías para deslegitimar las causas judiciales de Jair. Pero también para sustentar otras impugnaciones contra la victoria de Lula. Incluso sirvieron de base para un informe en que el Partido Liberal presento ante el Tribunal Federal a modo de supuesta prueba del fraude.
Según el informe, en el grupo también estaban (entre otros) el ex ministro de Justicia Anderson Torres y el ex ayudante de campo de Bolsonaro, el teniente coronel Mauro Cid, quien admitió los delitos tras llegar a un acuerdo con la Policía Federal.
Fernando Cerimedo niega las acusaciones y sostiene que es una embestida personal y que si la causa avanza, realizara una denuncia ante la Corte Internacional de Derechos Humanos por difamación. Aunque el consultor sostiene que no hay pruebas de su participación, en noviembre de 2022 orquesto un stream visto por mas de 400.000 personas en el que difunió datos e información falsa sobre el sistema electoral brasileño. La Policía Federal sostiene que quienes encabezaron este stream estaban al tanto de que no había tal fraude (o anomalías, como las llamaron) cuando hicieron el show. La información utilizada fue publicada en un Google Drive a disposición de quien quisiera usarla y difundirla. Todo esto fue posible gracias a la colaboración de Cerimedo con el hijo de Bolsonaro, Eduardo, quien también estuvo en Buenos Aires para la campaña de Milei.
El otro que saltó acusado en la investigación de la Justicia brasileña fue Elon Musk, que tampoco necesita mucha presentación: Magnate tecnologico, dueño de Twitter (X) y un sediento de los recursos y la riqueza del mundo a toda costa. La Justicia brasilera sostiene que Twitter funciono como una plataforma fundamental para las fake news que buscaban atentar contra la democracia en Brasil en 2022. Musk, como siempre, sostiene que las acusaciones van en contra de la libertad de expresión; amenaza con cerrar la oficina de la red social en Brasil; desconoce los cargos y pide la renuncia o el juicio politico del Juez Alexander de Moraes.
No lo bancan ni los suyos
El pasado primero de marzo, el ex jefe del ejército y el ex jefe de las Fuerzas Aéreas, Marco Antônio Freire Gomes y Carlos de Almeida Baptista respectivamente, declararon ante la justicia que Jair Bolsonaro efectivamente les propuso realizar un golpe de Estado en Brasil. O sea, lo dejaron en banda hasta sus amigos más amiguis: sus compañeros del ejército.
Las declaraciones fueron ante la Policía Federal. Los ex jefes militares sostuvieron que el entonces presidente organizó tres reuniones en diciembre del 2022 en el Palacio de Alvorada, donde les propuso diferentes estrategias para no dejar el poder. Entre ellas, la potencial firma de un decreto que anulaba las elecciones presidenciales que lo dieron perdedor. Bolsonaro llegó a referirse a este decreto en conversación con O Globo, donde dijo el pasado diciembre que estaba siendo considerado. Por suerte, el proyecto nunca se concretó.
Freire Gomes y Baptista sostuvieron que se posicionaron en contra de los planes golpistas de Bolsonaro y mandaron al frente al ex jefe de la marina, Almir Garnier, quien supuestamente sí apoyó al ex presidente. También declararon que el texto del potencial decreto incluia el establecimiento de un estado de sitio y la intervención del Tribunal Superior Electoral.
Estas declaraciones acompañan el video difundido el 9 de febrero por la justicia brasileña, donde se lo ve a Bolsonaro antes de las elecciones, en una reunión de gabinete en la que dice que “alguna cosa hay que hacer” para quedarse en el poder, e incluso acusa a los suyos de ser unos tibios:
“Nadie quiere dar vuelta la tortilla, nadie quiere dar un golpe de Estado, nadie quiere poner las tropas en las calles, cerrar esto, cerrar aquello.”
Lxs invito a que lo vean entero, aquí. Es escalofriante.
Y con esto se pudrió el queso. Lula salió hablar y dijo que los que tenían dudas ahora podían estar seguros de que casi vuelven los tiempos oscurso del país.
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Empujar los límites
Luego de que se conociera este video, el Tribunal Superemo Federal confiscó el pasaporte de Bolsonaro y le prohibió entablar contacto con otros investigados en esta causa. Por este motivo se perdió el conservafest en Maryland.
Su abogado pidió la devolución del pasaporte y sostuvo que la decisión fue absurda, porque el presidente nunca dio indicios de una potencial fuga. Hasta entonces, ya que 4 días después de la confiscación, Bolsonaro apareció en Hungría para una escapada a la embajada, del 12 al 14 de febrero, donde recibió visitas de sus amigos políticos y diplomáticos húngaros. Hablamos del gobierno húngaro de Viktor Orbán, presidente de ultra derecha muy amigui de Bolsonaro, Milei y Trump. Una de las estrellas de la extrema derecha global.
Ante lo sucedido, el ministro de Relaciones Exteriores de Lula, Mauro Vieira, llamó a consultas al embajador húngaro en Brasil, Miklós Halmai.
Esta aparición generó mucho revuelo por las hipótesis de que Bolsonaro buscaba asilo, algo que su defensa negó. En cambio, sostuvieron que fue en calidad de invitado a hablar de política con las autoridades del país. Lo que de todas formas no explica como lo hizo sin pasaporte, cuando el documento de identidad nacional brasileño solo le permitía visitar países limítrofes.
Si te he visto, no me acuerdo
En esta causa también se investiga a Bolsonaro por su potencial participación en la planificación de la Toma del Planalto, que implicó la irrupción violenta de seguidores bolsonaristas en los tres edificios de gobierno a pocos días de la asunción de Lula da Silva en su cargo. Los seguidores radicales del expresi mostraban consignas con pedidos explícitos de un golpe de Estado militar.
La defensa de Bolsonaro argumenta que en la previa y al momento del asalto, él ni siquiera estaba en el país, pues antes del paso de mando se las tomó a Miami. Pero durante los allanamientos que la Policía Federal realizó bajo la investigación liderada por Alexandre de Moraes encontraron dos menciones directas al ex presidente en la casa de su ex ministro de Justicia, Anderson Torres, así como en la oficina de Jair Mesías en la sede del Partido Liberal. Torres fue arrestado en enero del 2023 acusado de sabotear los intentos de la policía de proteger los edificios de gobierno y está preso desde entonces.
Yo soy tu seguidor fiel
Aún con todas estas pruebas que explicitan las intenciones antidemocráticas del mandatario, sus electores y seguidores lo siguen bancando a muerte. Algo que podríamos asociar a que Bolsonaro es un líder de masas.
Si bien ganó las elecciones en un contexto políticamente dudoso, con Lula encarcelado y Dilma Rousseff destituida por casos de lawfare, Bolsonaro logró conseguir apoyo popular. Esto quizás responda a que utilizó una estrategia populista para ganarse a la gente: crear un sentido de nosotros versus ellos, basado en la superioridad del nosotros ante un rechazo a las diversidades políticas, pero también sexuales y étnicas, que se operacionalizó en forma de odio y pérdida de derechos para ellos.
La retórica de que ellos fueron quienes privaron al Brasil de alcanzar -o volver- a su máximo esplendor fue la plataforma que habilitó el odio. Además, la legalización de la portación de armas facilitó el crecimiento exponencial de la violencia cotidiana, que recayó especialmente sobre personas racializadas y opositores al gobierno de Bolsonaro. Una violencia basada en la idea de protección de una identidad blanca, evangélica y heterocis; el Dios, patria y familia que Bolsonaro encarnó desde el día uno. Una retórica para la que las fake news fueron fundamentales.
Pero, ¿de dónde vienen esas fake news? A continuación, Santi nos ayuda a entender la filosofía y a las personas que habilitan la legitimación de estas narrativas.
El sacerdocio de las tinieblas
Por Santi Martínez Cartier
En junio de 2017, dos años antes de que Jair Bolsonaro fuera electo presidente, una película desencadenó disturbios sin precedentes en el apacible ámbito de un festival de cine. Aquel día, el Centro de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad Federal de Pernambuco recibió a unas 400 personas afines a la derecha alternativa local como espectadores de una particular película. Mientras la proyección tenía lugar, militantes del PT comenzaron a manifestarse fuera del auditorio bajo la consigna “aplastar a un fascista, aplastar a un nazi”. El enfrentamiento se advertía inminente.
Al concluir la proyección, el pasillo se transformó en un campo de batalla. Una facción exhibía remeras amarillas con el rostro de Jair Bolsonaro, la otra remeras rojas con el logo del PT. Los gritos y las amenazas devinieron golpes de puño y corridas dentro de la universidad. Registros del hecho se viralizaron hasta llegar a cada rincón del país y provocaron el efecto contrario al deseado por los militantes petistas: le dieron visibilidad masiva a algo deseaban ningunear.
La película en cuestión era El jardín de las aflicciones (2017) de Josias Teófilo, un documental que busca retratar la vida, la obra y la filosofía de Olavo de Carvalho, otrora astrólogo y escritor que el tiempo transformó en el máximo gurú de la derecha brasileña; un intento de acercamiento íntimo a un personaje que hablaba desde el ostracismo y desde un exilio autoimpuesto que lo llevó a transitar los últimos años de su vida en la ciudad de Richmond, Virginia.
El jardín de las aflicciones toma su título de la última entrega de una trilogía del autor que lleva el sereno nombre de El imbécil colectivo y fue considerada por los medios locales como “la Aquarius de la derecha”, una contraposición directa a esa película de Kleber Mendonça Filho que había generado revuelo en el sentido políticamente inverso, incluyendo denuncias al golpe institucional a Dilma desde el mismísimo festival de Cannes. Paradójicamente, Mendonça Filho figura en los agradecimientos de El jardín de las aflicciones, ya que el director Josias Teófilo había sido alumno suyo durante sus estudios universitarios.
“Al mostrar la película en el CFCH de la universidad de Pernambuco los estaba confrontando en su territorio sagrado, profané el templo de la religión degradada del izquierdismo”, declaró Teófilo como parte de su propia crónica de los hechos; testimonios de una batalla cultural librada a conciencia y, en última instancia, a las piñas.
A todo esto, ¿quién es este tal Olavo de Carvalho y cómo es que su figura puede provocar sucesos de este calibre? En resumidas cuentas se trata de un filósofo con tintes esotéricos que, a ver si les suena, identifica a todos los males de la sociedad con dos tendencias culturales: el gramscismo y el globalismo. A sus ojos, la única forma de “salvar a Occidente” es a través de una revolución conservadora impulsada por una alianza con las derechas de Estados Unidos e Israel. En la misma línea que Steve Bannon o Roger Stone, una de sus principales armas en esta batalla es la desinformación en base a noticias falsas.
Como no podía ser de otra manera, y al igual que la guía espiritual de nuestro propio presidente, su formación comenzó alrededor de un oráculo. Durante los primeros años de su vida, Olavo de Carvalho se dedicó al estudio de la astrología y creó la Escola do Jupiter para formar futuros astrólogos bajo sus propias interpretaciones. Aseguraba que la correspondencia estructural entre la posición de los astros y el carácter de los individuos era algo innegable —basado en los estudios de Michel Gauquelin— y promulgaba la idea de que el mundo está organizado por arquetipos inmutables. De esta premisa llegaba a la siguiente conclusión: quien atentase contra ese antiguo orden establecido merecía ser reprimido, con lo que luego justificó su militancia anti minorías y disidencias.
En su etapa mística, Olavo incluso había llegado a formar parte de una secta sufí (léase esoterismo islámico) asociada a las ideas el metafísico suizo Frithjof Schuon, pero con el transcurso de los años volvió a acercarse al cristianismo católico a imagen y semejanza de su concepción de que la sociedad brasileña es esencialmente “cristiana y conservadora”. De hecho, para terminar de conciliar sus teorías astrológicas con la doctrina cristiana se volvió un adepto de Santo Tomás de Aquino y en cada oportunidad que tuvo recomendó la lectura de Summa contra gentiles (1264).
A grandes rasgos, su cosmovisión se basaba en el principio de defender la interioridad humana contra “la tiranía de la autoridad colectiva”, sobre todo cuando dicha tiranía está avalada por una “ideología científica”. Siempre crítico de la modernidad que lo rodeaba, Olavo de Carvalho asociaba el origen de la decadencia con un fortalecimiento de la conciencia colectiva iniciado en el Renacimiento y consolidado tras la Revolución francesa. Sí, el tipo literalmente quería vivir en la Edad Media.
Con aires proféticos y un tanto milenaristas, aseguraba que “la humanidad está al fin de un largo ciclo de decadencia y que va a ser concluido con destrucción y renacimiento” y sostenía que los intelectuales progresistas manipulaban a la población desde una agenda que tenía como fin la destrucción de las religiones e instituciones tradicionales.
Además, en un pire cósmico espectacular, Olavo afirmaba que las ideas impulsadas por el marxismo no eran obra de Marx y Engels, sino que la mayoría de sus conceptos habían sido tomados de cierta doctrina anabaptista del siglo XIV. En la misma línea, decía que Lenin y Gramsci no traían a la mesa nada original ya que habían robado sus reflexiones y conclusiones de autores como John Wyclif y John Huss.
Para definirse por su diferencia, Olavo englobó una amplia variedad de escuelas y doctrinas filosóficas bajo el nombre de “sacerdocio de las tinieblas”; una lista que va desde el kantismo y el positivismo hasta la teología de la liberación y el relativismo moral. Según decía, todas estas corrientes comparten la cualidad de transferir la responsabilidad del individuo a lo colectivo.
Con el objetivo de dar la batalla cultural, Olavo de Carvalho se transformó en un predicador de sus propias ideas. Su primer arma fueron los libros, que sus adeptos se encargaron de transformar en un clásico de culto; se decía que El imbécil colectivo (1996) tenía un lugar preponderante en la mesa de luz de Jair Bolsonaro. Luego la modernidad que tanto detestaba lo obligó a convertirse en youtuber —cosa que lo llevó a ganar mucho dinero al brindar cursos online— y le otorgó una herramienta impensada en su juventud: la posibilidad de esparcir noticias falsas desde la comodidad de su hogar.
Así fue como Olavo de Carvalho se ganó el título de gran ideólogo conspirativo de la nueva derecha brasileña al replicar las campañas de desinformación del estadounidense Lyndon LaRouche, que a su vez tomaba elementos de la conspiranoia antisemita tradicional. Siempre con las minorías y “los izquierdistas” en la mira, Olavo disparó teorías de lo más eclécticas entre las que se destacan: que Pepsi utilizaba fetos abortados como edulcorante para su bebida, que el gobierno petista iba a enviar a todos los hogares un “kit gay” para “convertir” a la sociedad o que no existían pruebas científicas para refutar el terraplanismo. Incluso, durante la pandemia llegó a asegurar que el virus no existía y que era sólo una “historia de terror para acobardar a la población y hacerla aceptar la esclavitud".
Olavo de Carvalho falleció el 24 de enero de 2022, pero sus ideas prevalecieron. Una fuerte campaña de desinformación, de la que participó activamente el mencionado Fernando Cerimedo —hoy estratega digital de Javier Milei—, fue la chispa que provocó aquel incendio recordado como el Asalto a la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia en enero de 2023. Al día de hoy, las estrategias impulsadas por este delirante filósofo siguen teniendo efectos palpables en la vida política brasileña.
Como escribió en una pared Domingo Faustino Sarmiento antes de exiliarse, para bien o para mal, “las ideas no se matan”.
¿Y ahora qué?
En este newsletter intentamos entender en qué está Bolsonaro el día de hoy y cómo llegó hasta allí. Los rasgos que le permitieron asentarse como líder de masa son hoy los que le permiten mantenerse a flote.
Sin embargo, con un historial de jefes de Estado encarcelados o presos, allí donde la oposición de turno plantea jucios políticos a los presidentes de manera cíclica, cabe la pregunta de qué implicancias tiene el potencial encarcelamiento de Jair. No porque no se lo merezca, ni porque no sea genuinamente peligroso que un líder de masas neofascista pueda volver a ejercer el poder. Sino porque, en algunas ocasiones, la privación de la libertad o de derechos políticos generan el efecto contrario en la sociedad: la victimización y martirización de un líder, bajo la narrativa de que no se merecía el castigo. Aún siendo abiertamente hostil hacia el sistema democrático que lo hizo presidente. Los intentos constantes de juicio político y los mecanismos de lawfare que operaron en el pasado, vuelven a aparecer como una suerte de figurita repetida que reduce la legitimidad de un potencial fallo contra Bolsonaro.
Con el asenso de Donald Trump de cara a la elección presidencial estadounidense de este año, quien está inhabilitado políticamente, me parece necesario problematizar los alcances de esa victimización articulada por la supuesta persecusión judicial. En la era de la posverdad, ¿cómo se lleva adelante el rendimiento de cuentas a líderes neofascistas?
Como casi siempre, cierro este newsletter con más preguntas que respuestas. Y vos, ¿qué pensas?
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