Sumak Kawsay: El sueño de vivir sabroso
En un halo de incertidumbre y angustia, una propuesta filosófica.
Saludar. Aquí Viole Weber. Hoy es un día muy complicado para la Argentina. Es la primera manifestación de organizaciones sociales desde la asunción de Milei, con las primeras medidas de ajuste y anti derechos y el anuncio del Protocolo Antipiquetes de Patricia Bullrich. El nuevo gobierno no respeta el derecho constitucional a la protesta pacífica, como les venimos contando en Youtube en Mate.
Pero este newsletter no es de actualidad. No tocamos las noticias ni la coyuntura. Sin embargo me resulta imposible, como argentina, no hacer un comentario sobre lo angustiante de la situación que estamos viviendo. Este newsletter busca ser una herramienta para la resistencia o, al menos, una herramienta para pensar los debates que articulan la resistencia. Una propuesta que nace desde la experiencia y las propuestas de los pueblos indígenas que fueron sistemáticamente reprimidos, silenciados y asesinados por la política. Ante un escenario desolador y en un contexto de resistencia, les propongo disputar un horizonte. ¿Hacia dónde queremos ir?
Leer este newsletter te va a llevar menos de 10 minutos. Es el último del año. Al final, te cuento qué va a pasar el año que viene (al menos en Mate Mundi). Vamos.
Sumak Kawsay
El Buen Vivir -Sumak Kawsay en quechua, Suma Qamaña en Aymara-, es una propuesta filosófica que reivindica que la buena vida existe en la resistencia, en la comunidad, en reconocernos como parte de la naturaleza y buscar la vida en convivencia, en armonía. Un imaginario que busca disputar el paradigma moderno occidental como el único posible. En este sentido, desafía el concepto de desarrollo como la única manera de crecer. El buen vivir es un imaginario utópico que, considero, nos viene al pelo en este momento histórico de crisis de representatividad. Francia Márquez, la vicepresidenta colombiana, lo llama vivir sabroso. Reivindicar el derecho al placer y la vida plena desde otro lugar, aquel que disputa que las respuestas a todos los problemas están en el consumo y el desarrollo.
Para este newsletter consulté algunos fragmentos del Capítulo “Debates sobre el Desarrollo” en Debates Latinoamericanos. Indianismo, desarrollo, dependencia y populismo de Maristella Svampa.
De dónde viene
Las primeras apariciones del concepto son en los años 2000, en comunidades indígenas en Bolivia y Ecuador. Es decir, el Buen Vivir es un concepto relativamente nuevo, pero que porta modos de vida ancestrales. En palabras de Svampa:
“Una construcción histórico-social reciente, pero que asienta su significado en la memoria larga, esto es, en la lógica de las comunidades de los pueblos originarios, en su cosmovisión relacional y comunitaria, la cual se contrapone a la moderna lógica occidental” (2016, p.381)
Si bien no hay consenso sobre su significado, que se construye de manera plural sobre un territorio en disputa, hay tres concepciones que resultan clave para entenderlo.
La primera es que el Buen Vivir caracteriza al paradigma indígena como alternativa contraria al paradigma occidental, imperialista, moderno y colonizador.
La segunda es aquella que propone que el Buen Vivir se consolida en las aspiraciones de los sectores subordinados y en lucha. Es decir, funciona como una suerte de horizonte para la resistencia.
La tercera es la que la identifica como una alternativa a la visión hegemónica de la naturaleza, también asociada al paradigma occidental. Aquella en la que la sociedad se percibe como algo separado de la naturaleza, que puede ser modificada a gusto y paciere. En cambio, el Buen Vivir, es la búsqueda por una vida armoniosa con la naturaleza, de la que formamos parte.
Hay mucha tela para cortar en cada una de estas lecturas del concepto. Creo que no son opuestas y que podemos quedarnos con un poco de cada una. Las emergencia por el cambio de paradigma y la necesidad de un horizonte en la resistencia se vuelven latentes. Pero además, quienes seguimos las noticias ambientales sabemos que lo que nosotros dañamos la tierra, nos dañamos a nosotros. Porque nuestro cuerpos también son naturaleza.
Una filosofía en disputa
En Bolivia, el Buen Vivir significa comunidad, cooperación, complementariedad, reciprocidad. Se plantea un desplazamiento del eje desde la acumulación a la vida como un fin en sí mismo. En Ecuador, el concepto va desde la tradición filosófica aristotélica hacia el ecosocialismo y el ecofeminismo del siglo XXI.
Sin embargo, ambas perspectivas comparten una “crítica radical al programa moderno del desarrollo y, por ende, un cuestionamiento a la modernidad occidental y a la colonialidad (del poder y del saber), en clave de defensa a la Pachamama” (382)
El texto ilumina los conflictos y contradicciones que aparecen cuando se intenta llevar esta filosofía comunitaria e indígena a los espacios de poder hegemónicos como lo es el Estado. Svampa da cuenta de las discusiones que aparecen en torno a los intentos de Evo Morales y David Choquehuanca, de convertir al Buen Vivir en políticas de Estado, cada cual con su perspectiva.
La incorporación del concepto a la Constitución del Estado plurinacional, así como el Plan del Buen Vivir 2009-2013, fueron las puestas más importantes. El Plan incluía el retorno del Estado como actor central y transversal; pero también:
“un cambio en el modelo de acumulación, del primario-exportador hacia un desarrollo endógeno, biocentrado, basado en el aprovechamiento de la biodiversidad, el conocimiento y el turismo”. (383)
Sin embargo, estas lindas palabras quedaban cortas ante las denuncias de la prensa y las comunidades de que el gobierno de Evo pateaba bajo la alfombra conflictos socioambientales en su país.
Estas contradicciones ponen sobre la mesa la dificultad de aplicar un modelo comunitario en un país mayoritariamente urbano. La convivencia entre la cosmovisión occidental y la indígena es imperfecta y torpe. No son conceptos que hayan sido pensados para espacios de poder concentrado, con democracias presidencialistas y formas de gobierno verticalistas. Más bien lo contrario, no de arriba hacia abajo; sino de abajo hacia arriba. Concentrado en lo micro, en lo comunitario, en la autosuficiencia, la convivencia armoniosa, el cuidado de los bienes naturales y de las personas.
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Quien esté libre de contradicciones…
Svampa retoma a Arturo Escobar, que sugiere que el concepto del Buen Vivir surge en los 2000’ como respuesta a la insuficiencia de la academia moderna para dar cuenta y respuesta ante la crisis social, ecológica y cultural contemporánea. Algo que podemos ver materializado en el fracaso de la diplomacia climática y la ciencia moderna que aún con inagotable iniciativa, fracasa en entregar el mensaje de la crisis. Mientras los informes de la IPCC denuncian las atrocidades que le hacemos a la tierra, ganan una y otra vez candidatos negacionistas o (con suerte) reduccionistas del cambio climático en elecciones democráticas.
Escobar considera que los conocimientos pachamámicos son vitales para cubrir ese vacío. Pero no es sino a partir de que la ciencia moderna de cuenta de que su conocimiento es parcial, que puede aparecer la convivencia entre ambas cosmovisiones. Sin embargo, se vuelve evidente que “para entender la pluridiversidad, es necesario bajarse del tren del desarrollo y de la episteme euromoderna”. Algo que no cualquier cientista social moderno está dispuestx a hacer.
Ante el fracaso del (neo)liberalismo y la globalización para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población, Svampa retoma a Koldo Unceta, quien propone la idea de poscrecimiento. Un concepto que va de la mano con el Buen Vivir. Lo desglosa en tres ejes fundamentales:
La desmaterialización: Producir de manera más eficiente con menos recursos
La descentralización: Democratización del proceso de toma de decisión.
La desmercantilización: Construir una sociedad menos dependiente del mercado.
En este sentido, disputar la idea de consumo y desarrollo -tal y como se nos fue impuesta desde las grandes potencias occidentales- parece un paso necesario para conectar con otras formas de sabiduría que nos devuelven una noción de horizonte en un momento de tanta incertidumbre y angustia. En un momento de agotamiento de los modelos políticos para pensar una sociedad más igualitaria. En la búsqueda por proponer alternativas a los modelos que ya conocemos y vimos fracasar.
En este contexto, la política comunitaria, la búsqueda por la autosuficiencia y la profundización de la economía circular son ejes que reconfiguran nuestra relación con la naturaleza, pero que también pueden ser un atajo para mejorar nuestras condiciones de vida inmediata. El ambientalismo popular ya trabaja sobre estas ideas.
Para qué nos sirve
Estos días charlé con amigos y colegas sobre la encrucijada filosófica de ser joven, o progre, o cualquiera sea la etiqueta que les guste para definir que les importa el de al lado. Porque unx sabe lo que no quiere, a lo que se opone: la represión, el ajuste económico, el negacionismo: la ultraderecha y sus símbolos y acciones. Pero no hay un norte muy claro sobre lo que sí queremos. En este sentido, les propongo una utopía, un horizonte, un marco sobre el cual exigir y construir. Una filosofía para poner en discusión con otras filosofías.
Les traigo el buen vivir porque en estos tiempos de ahogarnos en las cuentas a fin de mes y de clima loco (si lo hemos visto esta semana en Buenos Aires, en todos los niveles posibles), considero que hay una discusión por dar en el territorio del pensamiento político. Les propongo conocer una concepción que al menos a mi me resulta fresca, pero que tiene el peso de una sabiduría ancestral. Aquella que la política occidental moderna silencio, reprimió y asesinó de manera sistemática desde la colonización. Aún desde el despojo y la desolación, la resistencia indígena se vuelve un ejemplo fundamental de configuración de pensamiento político. Y ellos proponen vivir sabroso: la vida digna, la vida del disfrute de todos, por el mero hecho de que la vida no es trabajar ni acumular, sino vivir y disfrutar. Correr del centro el capital. Poner en el centro la vida y la comunidad.
La mesa con los seres queridos, la buena música, la comunidad, la familia elegida con quien se comparte lo bueno y lo malo; la escasez y la abundancia. El Mate como encuentro y contención (y además la infusión bárbara como ritual de comunidad). El buen vivir como raíz a lo que importa en la tierra, pero también como cable a la noción comunitaria de la vida. El buen vivir como horizonte y como fundamento.
¿Qué opinan?
Cómo seguimos
Amigues. Con este newsletter terminamos un ciclo. Primero que nada quiero agradecerles profundamente a quienes me acompañaron estos dos años, pero también a quienes se sumaron en los últimos meses y apostaron por este proyecto que es Mate, por este producto que es Mate Mundi.
A finales de enero me voy a Bath, Inglaterra. Voy a vivir allí por los siguientes cuatro meses, donde voy a estudiar un cuatrimestre de mi carrera, la Licenciatura en Relaciones Internacionales de UNSAM. Quienes me conocen saben que este es un sueño de toda mi vida, por el que trabajé y estudié muchísimo, desde muy chica. Las circunstancias aleatorias de la vida llevaron a que sea en este momento tan particular.
Voy becada por la Universidad y allá viviré en una residencia estudiantil. Idealmente, estaré viajando por el Reino Unido y Europa, así que pueden seguirme en redes donde intentaré contarles un poco del día a día allá. Me voy con pasaje de vuelta para junio. La idea es ir, formarme, avanzar en mi tesina de grado, viajar y luego volver. Llevar un poco de esta pasión latinoamericana y resistencia del sur global y traer algún know how del que nos ha privado la división internacional del trabajo.
En lo que respecta a este Newsletter, tranquilxs. Va a seguir. Pero con otro timing y seguramente también otro tono. Es lo único que me llevo del trabajo que hago en Buenos Aires. Mate Mundi saldrá de manera quincenal, los miércoles. Ante la reducción de la frecuencia, intentaré traerles un producto con más análisis y profundidad, que raspe un poco más allá de los hechos de la actualidad inmediata.
Sobre mi rol como columnista y guionista en Mate, aún no sabemos bien cómo será la vuelta. Pero Mate es mi casa y mi lugar de pertenencia, así que no se preocupen que seguro haremos algunas corresponsalías en caso de que la actualidad lo amerite.
Mi agradecimiento con ustedes es absoluto. Y claro, con Ivana Szerman, quien me abrió las puertas de su proyecto y su amistad con absoluta generosidad. Y para las pibardas de Mate que son lo más grande que hay: Agustina Colombo, Dora Schoj, Facundo Díaz, Santi Martínez Cartier. Los amo y me han ayudado a descubrir la persona que soy hoy. El viaje también es un poco gracias a ellos, que me impulsan a ser la mejor versión de mí y a perseguir mis sueños.
Nos leemos después del verano. Lxs quiero.
Gracias por llegar hasta acá. Si te quedaste con algún pensamiento atravesado sobre los temas de este news -u otros, por qué no?- podés comentar este Newsletter. También podés dejar tu me gusta y por supuesto, compartirlo con alguien a quien pienses que le puede interesar.
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Viole.
Gran cierre Viole, suerte en esta nueva etapa y te seguimos leyendo desde acá!
Un abrazo y mucho éxito